““Somos el Pueblo”, les repetíamos. Somos esa comunidad de personas que madrugan cada día para hacer funcionar el país. Nosotros somos las madres, los maestros, las emprendedoras, los dependientes, las camareras. Somos los que sufrimos para llegar a fin de mes, los que tenemos cada día la amenaza del desempleo, o de tener que cerrar la empresa. Somos los vecinos que convivimos pared con pared. Somos los perjudicados por esas políticas que ahora podemos cambiar: los que hemos visto bajar los salarios y aumentar la temporalidad, caer las becas y subir las tasas de la universidad, congelar pensiones y aumentar los impuestos, empeorar los servicios públicos y no cobrar la dependencia; los que hemos visto cómo esos recursos recortados iban al pozo de la deuda y a los bolsillos de los políticos y cómo todo el modelo social que habían construido nuestras madres y padres lo estaban destruyendo en contra de los intereses y la voluntad de la gente. Somos el pueblo y no queremos nunca más unas instituciones que gobiernen contra nosotros.» Así, recoge el manifiesto És El Moment el sentir de mucha gente que se ha quedado atrás, de una mayoría social en la estacada, en el contexto de los duros momentos de crisis económica que venimos sufriendo desde el año 2008, o quizá antes.

Puede parecer una obviedad, pero en las Elecciones Generales del 20D nos jugamos mucho, porque no son unas elecciones normales. No se trata de unas elecciones normales o de continuidad en la que los dos grandes partidos hasta el momento, Partido Popular y Partido Socialista se disputaban el Gobierno, produciéndose una alternancia o siguiendo uno de ellos  cuatro años más, sin que se produjesen cambios sustanciales (sobre todo en los últimos tiempos desde 2010) en las políticas que se llevaban a cabo, destacando aquí las similitudes en materia económica y laboral (véase las políticas de austeridad o las sucesivas reformas laborales). Son unas elecciones que van a marcar una época, una década o dos, en las cuales se va a decidir quién reconstruye el acuerdo o pacto social, el acuerdo de país iniciado en 1978, si se produce un cierre de élites de los privilegiados que no se presentan a las elecciones representados fundamentalmente en el IBEX 35 o por el contrario vamos hacia una apertura por abajo protagonizada por la gente corriente, decente y trabajadora que representa la mayoría social de nuestro país. Además venimos de un ciclo electoral en el que el 24 de mayo se consiguió algo que era inimaginable, o ¿Quién imaginaba que las Alcaldías de las grandes ciudades del país iban a ser ganadas para el cambio político? ¿Quién imaginaba que el Partido Popular iba a salir del Gobierno de la Comunidad Valenciana? Nos encontramos, por tanto, en un momento crucial para confirmar el cambio político y en el cual no podemos permitirnos dar un paso atrás, es por todo ello que no estamos ante unas elecciones similares a las que estábamos acostumbrados.

La consecuencia directa de lo anterior es que es el tiempo de los macrorrelatos, es el tiempo de que el Presidente del Gobierno no deje su atril vacío y responda a las siguientes preguntas planteadas por la opinión pública en la precampaña: ¿Cómo es posible que el desempleo juvenil roce el 50%?; ¿Cómo es posible que seamos uno de los países donde más ha crecido la desigualdad?; ¿Cómo es posible que uno de cada tres niños esté en situación de pobreza?;  ¿Cómo es posible que el propio The New York Times nos llame la atención porque se han aprobado unas leyes de Seguridad Ciudadana, tachadas de antidemocráticas por el propio periódico estadounidense?; ¿Cómo es posible que hasta el Financial Times diga que en España ya no se trabaja para vivir sino para subsistir, hablando de la precariedad?; ¿Cómo es posible que el 90% de los ingresos procedan de impuestos de la gente y solo el 2% de las grandes empresas? Y, por consiguiente no es la ocasión de los microrrelatos que no responden a las grandes cuestiones y que buscan frenar el cambio, no poniendo en apuros a los grandes poderes oligárquicos y su reparto de poder, ni su primacía sobre la soberanía popular.

En conclusión, hemos de ser capaces de articular una voluntad colectiva, de construir un pueblo en nuestro caso que exprese la plurinacionalidad del Estado (És el Moment, En Comú Podem, En Marea), de recoger las demandas y de ser la voz de esa mayoría social a la que se refiere el manifiesto. Y, acabo con una cita de Antonio Gramsci que dice así: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, pues bien no dejemos que surjan los monstruos y confirmemos con el nuevo mundo el cambio político iniciado el 24 de mayo. ES EL MOMENTO.

Pedro Diz (Estudiante de Ciencias Políticas y miembro de Compromís por Orihuela)