Artículo de opinión de Cayetano Portugués, candidato a la alcaldía de Orihuela por Compromís. 

Quería compartir con las personas de este mi pueblo un sentimiento que, alejado de sensaciones, se basa en lo que perciben mis ojos y mi bolsillo. Bueno, el mío y el de todas ustedes. De cómo lo que nos pertenece y es tan nuestro, muere.

Conocíamos esta semana pasada el acuerdo entre Ayuntamiento y Obispado donde la Iglesia de San Agustín, en ruinas, pasaba a ser de titularidad municipal mientras que este último ganaba el “solar” de Santo Domingo y cuatro pisos municipales en la “dichosa” permuta.
Un golazo en una portería en la que el portero, Almagro, estaba inmóvil en el centro y con la cara tapada por sus propias manos. Así que nos encontramos ante un caso más de no saber qué hacer con nuestra ciudad por parte de Almagro y Bascuñana.

Orihuela sigue muriendo como lo hacía hace 4 años, hace 8 o hace 20 con la única diferencia de que hoy hay menos margen de maniobra, más urgencia y más hipoteca porque conforme pasan los días, el coste de resucitar lo que queda de nuestro extenso patrimonio es mayor. Y más si seguimos asumiendo ruina en vez de colaboración. Y lo grave del asunto no es que muera un monumento, una iglesia, un palacio, unos escritos, imágenes, lienzos,…, lo triste es que con la desaparición del legado de Orihuela mueren nuestras calles, nuestro espíritu, nuestras personas mayores y aquellos que construyeron lo que somos, muere aquello que nos diferencia de otras ciudades, y el turismo cultural y patrimonial y también el comercio de cercanía y desvestimos a nuestra querida Ciudad de aquello que es, para terminar llorándola como una vieja gloria.

En esto han tenido gran parte de culpa los dirigentes, no sólo los de esta legislatura por supuesto, pero bien hay que reconocer que ni desde Barcelona se trabaja bien por tu pueblo, ni el flash de las fotos que se echa Almagro y Bascuñana les deja ver más allá de sus narices. No son aptos para gobernar Orihuela. Lo han demostrado con sus grandes obras: la remodelación cutre de los andenes y el parque que ha pasado a sustituir una plaza de toros en ruina. Ambos costando más al pueblo de lo que se dijo. No sólo dejan morir el patrimonio sino que el que tocan lo perdemos para siempre sin dejar rastro de lo que allí hubo. Y esto pasa porque no tienen proyecto que vender más allá de promesas vacías y mentiras que no han cumplido.

Nuestra Orihuelica necesita transformar el disgusto y el hastío en acción. Transformar la dejadez en ilusión. Y eso se cumple de forma fácil. Primero tomando partido del asunto, teniendo un horizonte claro y un proyecto de ciudad, requisito que no cumple ni Cs ni PP. Y segundo, apartando a los dirigentes que no han sabido qué hacer con nuestra ciudad. Y qué mejor manera que en las URNAS que se instalarán el 26 de mayo. Las personas jóvenes para que no tengamos que vivir del recuerdo de lo que cuentan nuestros abuelos. Y las personas mayores para que no tengan que ver como aquello que es parte de su seña de identidad y de sus cicatrices de vida muera delante de sus ojos.